Enfados disfrazados de rutina,
acuden a cenar todas las noches,
decoran el salón de mil reproches,
se esconden a la vuelta de la esquina.
Cartucheras cargadas de razones,
disparamos veneno a sangre fría,
nos sobran a los dos, las vacaciones,
nos falta lo que abunda en la alegría.
Cerramos, de la plaza, los cerrojos,
en la cama, ese albero que ahora quema,
las espaldas se miran a los ojos.
A esta casa le falta un burladero,
espero no te ofenda este poema
que acaba donde dice: sin ti muero.