Yo soñé aquel 15 de mayo que moría el abismo,
del vodevil de trincheras, del guerracivilismo.
Yo creí en las leyes sin sexo donde todos cabían.
Idealistas uniendo los mundos, a la noche y el día.
El sabor de los versos de Aute, disparando belleza,
yo viví, los impuestos de pobres, una estafa inconfesa.
Las mujeres que se rebelaban al «machismo divino»,
el orgullo de casar a dos almas sin juicios clandestinos.
Los gobiernos que cotizan al dólar al estilo de narcos,
secesiones levantando más muros, solidarios en paro.
Banderas contra las banderas, Europas cobardes,
Refugiados en casas de nadie, aduanas infames.
Aprendí que solo alzando la voz, no se curan pandemias,
Que salvar a un planeta que muere es un premio que apremia,
Que un consumo que suma miserias no es la medicina…
Quien supiera volvernos a unir
como llora Sabina.
Yo viví, ricos sembrando mendigos y cuerdos muy delirantes,
el temor, de volver a volver, a esperar un trasplante,
Yo viví, un periodismo feroz, vomitando carnaza,
presencié, ese mar sin marea, petróleo que lo amordaza,
y sufrí, cada yonki de anfetas, cada madre enfermera,
y volver a caer al vacío, de las listas de espera.
Los Alibabais corriendo a comprar que se acaba,
pensiones, abuelos con fe, a los que robaban,
un paté devoró el corazón de la madre de un pato,
Yo viví, un abril que duró, casi todo el verano.
Aprendí que solo alzando la voz, no se curan pandemias,
Que salvar a un planeta que muere es un premio que apremia,
Que un consumo que suma miserias no es la medicina,
Quien supiera volvernos a unir…
Que más da cuantos niños del mundo se mueran de frío,
si al final, el final es cobarde, y el tesoro es mío.
Que un consumo que suma miserias no es la medicina…
Quien supiera volvernos a unir
como llora Sabina.
